Cuando un músico sale al escenario sabe que el público va a disfrutar de la música y esa es una de las mejores sensaciones que puede experimentar. Además de disfrutar, hacer conciertos aporta un gran número de beneficios a nivel personal, entre los que destacan:
A través de la música, las personas nos expresamos, mostrando a los demás aquello que nos gusta y que somos capaces de hacer. Para nuestros alumnos que tocan en público, lograr sus metas y compartirlo con su familia y amigos les hace sentir muy bien y refuerza su autoestima.
Los alumnos que asisten a clases de grupo preparan juntos los conciertos, sintiéndose parte fundamental de un equipo y viviendo esas emociones con el resto de compañeros.
El hecho de ejecutar una pieza musical en un escenario frente a los demás entrena para cualquier otro tipo de comunicación en público. Cada concierto que un músico hace, ayuda a ganar en control y confianza ante situaciones como actuar o hablar en público.
Tener una agenda de conciertos regulares ayuda a planificar mejor la práctica en casa y el esfuerzo personal. Desde muy pequeños, los niños se organizan a largo plazo, pensando en la pieza que les gustaría preparar para el siguiente concierto o en aquello que han escuchado tocar a un compañero y podrán aprender cuando hayan avanzado.
Gracias a los conciertos, los alumnos entienden que lo mejor de la música es compartirla con los demás. Es todo un lujo poder disfrutar tocando y hacer disfrutar al que te escucha al mismo tiempo. Es una de las mejores recompensas al esfuerzo y dedicación de nuestra práctica y estudio.
En nuestra Escuela de Música se plantean estos eventos siempre desde un enfoque positivo, respetando a cada niño y su deseo de tocar o de mantenerse en el público para escuchar y aplaudir a los demás.